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LA INFLUENCIA DE DONALD TRUMP EN LA ECONOMÍA LATINOAMERICANA, EN ESPECIAL EN COLOMBIA.





El nombre de Donald Trump, -prácticamente desconocido para muchos, hace algunos años, salvo por sus intervenciones en el reality “El aprendiz” y por su ganada fama como magnate de las comunicaciones y la industria hotelera en diferentes países-, adquirió inusitada figuración hace dos años por su disputa con Pauline Vega, Miss Universo colombiana. Pero su mayor fama se dio en este año al anunciar su intención de ser candidato a la Presidencia de los EE UU, por el Partido Republicano, manifestando de antemano su rechazo a todo el aparato político norteamericano.

 

Desde entonces todos los medios masivos de comunicación, afectos o contradictorios, desplegaron una avalancha de noticias, chismes, dimes y diretes con sus intervenciones públicas, sus agresiones a todo lo habido y por haber, sus enfrentamientos con otros políticos, incluso de su propio partido y; por sobre todo, por sus declaraciones injuriosas y polémicas contra las mujeres, los latinoamericanos, los islámicos y en general contra todos los inmigrantes, generando una ola de seudo-opinión que aprovechaba el descontento de los estadounidenses por su situación social y económica a partir de la depresión de 2008.

 

Sin embargo, nadie en sus cabales podría aventurar un triunfo de Trump en las diferentes contiendas preelectorales, frente a sus contrincantes republicanos y mucho menos frente a la candidata demócrata a la presidencia, Hillary Clinton. Era claro que Trump no tenía las condiciones necesarias para aspirar a ser el mayor mandatario del globo. Era claro que, en sus intervenciones ante los medios, sólo quería provocar y acentuar el odio y la polarización de los ciudadanos con frases que demostraban la absoluta ignorancia de los asuntos políticos, económicos, culturales y de diplomacia internacional. Especialmente en el tema económico, su nombre inspiraba desconfianza pues, a pesar de ser un multimillonario, no tuvo reparo alguno en declarar que no pagaba impuestos “Porque soy muy listo” y se supo que su fortuna podría ser infinitamente mayor, de no ser por las constantes quiebras que demostraban su desconocimiento del tema administrativo.

 

No obstante, el 8 de noviembre de 2016, el nombre de Donald Trump se inscribió como el Presidente número 45 de los Estados Unidos de Norteamérica. Era un revés a la lógica. Pero, no se puede olvidar que también en Gran Bretaña se dio otro revés a la lógica con el triunfo del Brexit, también inspirado en el descontento del ciudadano medio, y su desconfianza de la clase política. Populismo y desinformación, generan actos que podrían considerarse suicidas para las democracias. Estos actos generaron luego el desconcierto y la incertidumbre no sólo de los propios ciudadanos, sino de las demás naciones.


 En el caso de Trump, muchas son las naciones que miran con desconfianza lo que pueda suceder con el ascenso al poder de alguien que ha propuesto medidas proteccionistas y cerrar las fronteras no sólo de los migrantes, sino de los capitales o inversionistas foráneos. Corea y Japón, tradicionales socios comerciales e industriales, están a la expectativa ante las decisiones que pueda tomar la Casa Blanca, a partir de enero del 2017. China ha sido objeto de advertencia de Trump, en el sentido de “no permitir que los asiáticos nos invadan, generando desempleo”.  

 

América Latina, especialmente, siente temor por lo que pueda ser la política económica de los Estados Unidos, habida cuenta que muchos de estos países han generado una gran dependencia de los tratados comerciales con esta nación. Un caso particular es México, dada su condición fronteriza y como socio que es del NAFTA, un tratado de libre comercio con ese país y que también incluye a Canadá: Trump ha amenazado abolir ese tratado y cobrar unos aranceles imposibles para el intercambio comercial. Pasa igual con el TPP o tratado de los países del Pacífico, entre los cuales se incluyen México, Canadá, Chile y Perú, en la franja costera americana y varios países asiáticos.

 

El primer efecto como resultado de la elección de Trump, fue la devaluación de las monedas locales, como en el caso del peso mexicano y el peso colombiano, frente al dólar. Así mismo, los bancos centrales han expresado su incertidumbre lo que se refleja en la volatilidad en los mercados bursátiles.

 

Los países latinoamericanos, como en el caso de Colombia, manifiestan gran inquietud por algunos temas que son de vital importancia para sus economías; debido a la gran dependencia de los mercados de “comodities” de los cuales se abastece el país del norte. También preocupa, en el caso de Colombia, el apoyo económico a la lucha contra el narcotráfico y al proceso de paz con los grupos insurgentes Farc y ELN. Es sabido que el Congreso norteamericano es el que determina en últimas estos apoyos, pero debe partir de una iniciativa presidencial que de pronto no se dé, porque estos temas dejan de ser prioritarios para la nueva administración.

 

Pero ¿sucederá realmente esta hecatombe planetaria por las anunciadas bravuconadas de Donald Trump?

 

Sobre este tema, compartimos esta opinión de Paul Krugman, publicada en New York Times News Service y reproducida en español en El Espectador (2016):

“Un retorno al proteccionismo y a las guerras comerciales haría que la economía mundial se hiciera más pobre con el tiempo, y, en particular, paralizaría a los países más pobres que necesitan desesperadamente mercados abiertos para sus productos. Sin embargo, las predicciones de que los aranceles trumpistas causen una recesión nunca tuvieron sentido: sí, vamos a exportar menos, pero también vamos a importar menos.

 

“Y las políticas trumpistas, en particular, van a dañar a la clase trabajadora estadounidense, no a ayudarla; al final, la promesa de hacer que retornen los viejos tiempos —hacer que EE. UU. vuelva a ser grande— se revelará como la broma cruel que es. Sin embargo, es probable que todo ello tome tiempo; las consecuencias del nuevo y terrible régimen no serán aparentes de inmediato. Los oponentes a ese régimen necesitan estar preparados para la posibilidad real de que sucederán cosas buenas a malas personas, al menos por un tiempo. En resumen, no hay que esperar una depresión inmediata por Trump.”

 


Asimismo, es prácticamente impensable que Trump llegue a cumplir muchas de sus amenazas y todo no pase de bravuconadas electorales; pues es obvio que un Presidente, así sea del país que posa de ser el más poderoso del planeta, sólo es un empleado más: detrás de él hay varias instancias como las Cortes, el Congreso y las Corporaciones que son las que en general determinan las políticas gruesas en materia económica. El Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y otras instituciones globales, como representantes que son del poder económico, tienen intereses muy específicos que ningún mandatario puede pasar por alto. También la clase política, a pesar de que se está dando un campanazo de alerta que exige un cambio en sus estrategias, va a imponer silencio o por lo menos mayor mesura a las pretensiones trumpistas.

 

Lo que sí queda claro en este caso Trump, es que la democracia tiene su mayor peligro en el populismo que aprovecha los más bajos instintos de electores incultos, ignorantes y ávidos de venganza o movidos por intereses mezquinos. Sucedió en Gran Bretaña, sucedió en los Estados Unidos y se dio en el pasado plebiscito para refrendar el Acuerdo de Paz, en Colombia.     




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