La lúdica ha sido un tema de reflexión en varios escenarios.
Son muchos los autores que han enriquecido este concepto con sus aportes en relación con el ser humano. Partiendo
de diferentes posturas y concepciones
para complementar más aun la definición desde el punto de vista literario,
investigativo o conceptual. Sin embargo
todos estos criterios encuentran en la lúdica una forma de interrelación humana
que facilita el proceso de aprendizaje y de enseñanza.
Desde este enfoque,
la lúdica es una herramienta que debiera implementarse durante todo el proceso
de aprendizaje del ser humano. Uno de los criterios analizados demuestra que,
cuando un niño pasa del pre-escolar al grado primero, y éste se enmarca en
sistemas rígidos de enseñanza, el niño manifiesta rechazo y retraso en sus
aprendizajes. Y es que el niño, el ser humano en general, es eminentemente
‘ludens’, es decir, amante del juego. Si no lo creemos así, analicemos cómo los
juegos infantiles son los mejores instrumentos para enseñarle al niño factores
culturales, científicos y artísticos que quedan más profundamente, porque se
basan en el aprender haciendo.
Ya lo dice George Bernard Shaw que aprendemos el 20% de
lo que escuchamos, el 50% de lo que vemos y el 80% de lo que hacemos; así
mismo, hemos de entender que en el juego se determinan los valores del ser
humano; pues a través de ellos se ponen en práctica la solidaridad, la
creatividad, el respeto por el otro; se afianzan amistades y, lo más
importante: se aprende que todo existen reglas y normas que permiten que el
juego se desarrolle normalmente y sin conflictos entre los participantes.
La Unesco, hace varios años, sugirió un sistema educativo
que involucre las lúdicas -representadas éstas en Artes, Deportes y Oficios-,
para todos los niveles educativos; consciente de la beneficiosa influencia de
la Lúdica en todos los procesos de aprendizaje, no sólo de los niños; sino de jóvenes y también adultos.
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